Valorar nuestras raíces

En memoria de Constanza Rubio Llano y Fernando Rubio Gemade.

Pocas cosas aportan tanto al desarrollo personal y al autoconocimiento como valorar nuestras raíces. Este reconocimiento despierta en nosotros un sentido de pertenencia que nos acompañará toda la vida y que se convertirá en una fuente inagotable de sabiduría ancestral.

Todos andamos diferentes senderos a lo largo nuestra existencia, independientemente de que provengamos de la misma fuente, no siempre repetimos las mismas conductas, sin embargo, conocer los patrones de comportamiento de nuestros antepasados, nos dará pautas importantes para definir en gran en medida el rumbo de nuestra vida.

Por ello, con el correr de los años, resignificar el legado de nuestro linaje es de gran ayuda, ya que, al hacerlo, estamos facilitando diversos procesos de crecimiento personal.

Hay quienes desconocen la relevancia de su procedencia. Es posible que no sean del todo conscientes de que, al conocerla, honrarla e integrarla a su sistema tendrán acceso a un inapreciable legado de enseñanzas, de las cuales son herederos directos.

Ahora bien, ¿qué significa valorar nuestras raíces?

Valorar las enseñanzas originales no consiste en aceptar todo lo que procede de ellas, sino en reconocer y tomar lo positivo, y aprender de lo que no resuena con nosotros, sin ningún tipo de censura. De tal manera esta evaluación nos permite descubrir más sobre nosotros y así entender la razón de algunas de nuestras creencias, valores, conocimientos y conductas.

Negar a nuestros ancestros es negarnos a nosotros mismos, e invalidar una parte integral y significativa de nuestra historia.

Las personas que hacen parte de nuestro entorno representan nuestra esencia, es muy importante nutrirnos de su sapiencia y experiencia ya que lo vivido con ellos, también permanecerá con nosotros y se convertirá en el legado que dejemos a quienes vienen después.

Si damos un paso adelante y recorremos el enramado de nuestro árbol genealógico, con seguridad encontraremos el foco en donde nacen nuestros valores y principios, esos que en muchos casos siguen latentes en nuestra familia.

Es así que cuando atravesemos momentos complejos tendremos la fortuna de volver nuevamente a sentir el aroma de esas ramas frescas y fuertes que nos llevaron ser quienes somos hoy y a renovar nuestras energías vitales, siempre será más fácil superar las adversidades y dirigirnos hacia nuestros objetivos si valoramos nuestra procedencia.

De alguna forma, las dificultades remueven nuestro universo emocional y este a menudo nos lleva a evocar situaciones del pasado en las que nos sentimos recogidos y amparados bajo la sombra de ese impetuoso árbol familiar y en cuya diversidad siempre encontramos grandes enseñanzas.

Por lo tanto, reconocer, aceptar, resignificar y agradecer los aportes de nuestros antepasados nos permitirá dejar legados más sólidos y contundentes en el tiempo.

Cree en el poder en el poder que guarda tu linaje
Cree y valora la sabiduría ancestral
Crea, consolida y rinde homenaje a tu árbol familiar.

Cree para crear.
Adriana Rubio Llano.