Longanimidad
He decidido para este mes hablar de un término poco común y muy poderoso cuando se trata de sobrepasar las dificultades y salir avante de ellas. Tiene relación con la resiliencia, sin embargo, se dice, que incluso va más allá de ella. Se trata de la longanimidad.
Longanimidad -del latín longus, más largo, más animus, alma, largo sufrimiento -es la estrecha relación entre la perseverancia y la constancia de ánimo frente a los obstáculos y adversidades.
Wikipendia.
Grandeza y constancia de ánimo en las adversidades. Benignidad, clemencia, generosidad. Diccionario de la Real Academia de la lengua española.
Palabra bíblica, conocida como magnimidad y nobleza del alma.
Este término, hace referencia a la apacibilidad, a la indulgencia y a la generosidad que afloran del deseo del bien que se anhela o del mal que se adolece; es así como la longanimidad, exhorta a la paciencia sobresaliente bajo la incitación o prueba, a la soberanía de sí mismo y a la indulgencia amorosa y respetuosa por sí mismo y por los demás.
Para alcanzar la longanimidad, hemos de trabajar a consciencia en la gestión de nuestras emociones, por tal motivo requiere de paciencia, prudencia, comprensión y resistencia, ya que es una virtud que incita a los más benévolos a apoyar desde el amor y la empatía a quienes atraviesan dificultades a tal punto que se convierten en tutores de resiliencia para ellos.
Podemos entonces afirmar, que la longanimidad, aflora del amor y se consolida con el perdón, razón por la cual impide que quienes la tienen se rindan ante las adversidades y se conviertan en personas resilientes desde la bondad y el deseo de hacer siempre el bien.
Un buen ejemplo para incorporar este concepto es el que encontramos en el artículo reciente de Alex Rovira en el que nos recuerda que podemos lograr más de lo que nos imaginamos si movilizamos la fuerza de nuestro amor con altas dosis de longanimidad y voluntad.
En estos tiempos en los que predomina la intolerancia, la ira, el rencor y la impaciencia, se hace imperativo enfocarnos en nuestra esencia y en el verdadero sentido del bien que habita en cada uno de nosotros, de tal manera que logremos sopesar, ajustar y encaminar nuestro comportamiento en búsqueda de una convivencia respetuosa, armónica y constructiva.
Respiremos profunda y lentamente, razonemos antes de actuar y gestionemos nuestras emociones, reconociendo las adversidades con determinación y longanimidad y buscando siempre el bienestar colectivo.
Cree en la nobleza de tu alma
Crea espacios seguros en donde aflore el amor y se consolide el perdón.
Adriana Rubio Llano.
Cree para crear.