Saber de dónde venimos siempre será una de las herramientas más poderosas para forjar nuestro futuro. Conocer la historia de la resiliencia, nos da muestra de que, así como la misma naturaleza de su concepto, que es cambiante y adaptable, nosotros también podemos lograr adecuarnos a situaciones que nos retan a dar la mejor versión de cada uno de nosotros y encontrar la paz. Sin más preámbulos les dejo este estudio que tan juiciosamente he hecho, para que conozcamos un poco más acerca de la historia de este poderoso concepto.
El inicio de la historia
El psiquiatra Boris Cyrulnik hizo referencia al término resiliencia basado en los pensamientos de John Bowlby. Lo enfocó en la capacidad de ciertos materiales que pueden doblarse muchas veces sin romperse y recuperar su forma original. El término resiliencia proviene del latín resilo que quiere decir volver atrás (regresar a la fuente original). En 1972 Michael Rutter lo incorporó a las ciencias sociales.
Sin embargo, el médico psicoanalista Aldo Melillo fue el primero en mencionar el vocablo resiliencia. Cuenta Melillo, que durante 32 años el doctor EE. Weiner estudió el comportamiento humano de aproximadamente 500 personas habitantes de Kuwai (Hawai). El enfoque de su estudio fue básicamente epidemiológico y social. La cotidianidad de estas personas estaba cimentada sobre bases de pobreza extrema, maltrato físico y emocional, violencia, alcoholismo, estrés y abusos, entre otros muchos. Era en este contexto tan adverso y denso en el que crecían y se formaban los hijos de estas comunas.
Llamó la atención de Melillo cómo estos pequeños lograban sobreponerse a las adversidades y más aún el hecho de ver cómo cada uno de estos niños superaban las barreras, atravesaban los límites y forjaban un destino mejor para ellos y para su entorno. Inicialmente, los definió como invulnerables, genéticamente diseñados con una gran capacidad cognitiva y con un carácter de acero, precisamente por sus vivencias no tan afortunadas.
Después de un largo tiempo de análisis individual y comunitario, el doctor Weiner definió que estos niños tenían un desarraigo al dolor, una mente abierta y una receptividad enorme para transformar estas experiencias en canales de oportunidades de cambio positivo. El secreto de esta maravillosa maquinaria fue solo uno: todos estos pequeños habían tenido mentores que los apoyaban de manera significativa, a través del amor, pese a las circunstancias de hostilidad.
La evolución del concepto
El concepto resiliente ha venido experimentando cambios importantes a partir de la década de los sesenta. Lo que antes solamente se enfocó en la condición de amor, protección y orientación, se fue ampliando hacia círculos más abiertos a instancias familiar, social y cultural. Actualmente, los investigadores del tema ven la resiliencia con una óptica comunitaria y cultural con premisas claramente determinadas.
A mediados de los 90 surge la segunda generación de investigadores, es así como Michael Rutter y Edith Grotberg incluyen investigaciones dinámicas que ubican la resiliencia dentro de un tema más complejo enfocado hacia factores de riesgo y protección. Los estudiosos del tema aplican la resiliencia a aquellas personas que han traspasado todas las barreras.
En esta etapa sale al mercado el primer libro de resiliencia El realismo de la esperanza, testimonios de experiencias profesionales en torno a la resiliencia, escrito por Boris Cyrulnik. En él se habla de las capacidades de la resiliencia desde la infancia y cómo se extiende a lo largo de la vida. También explica cómo construir la resiliencia en el trayecto de las relaciones. Aunado a ello, menciona con ímpetu testimonios de los niños abandonados en Argelia y habla de los judíos rusos que lograron escaparse de los campos de concentración nazi, entre otros más.
La resiliencia, Crecer desde la adversidad escrito por Anna Fores y Jordi Grane en el 2008, induce a los lectores a buscar una manera idónea de sobrepasar las adversidades, a superar los obstáculos y a aprender de las equivocaciones con buen humor. En general, es una motivación para que el lector encuentre un sentido positivo a la vida desde las dificultades.
Actualmente, en Latinoamérica tenemos un tercer enfoque que empezó en 1995. El grupo de investigadores que lo forjaron se refiere a la resiliencia comunitaria y afirman que en ella se logran la solidaridad del trabajo en equipo y se busca siempre el bien común.
Cree que puedes crecer en la adversidad, crea las condiciones para lograrlo.
Creer para crear