"Es importante saber que, para que algo nuevo llegue, debemos dejar ir lo viejo. Si nuestras manos están ocupadas, ¿con qué mano sostendremos lo que tanto hemos anhelado?".
Cecilia Garcia.
Cerrar ciclos es más que dejar ir, precisa, despedirnos desde el corazón; por ende, es asumir que lo que existió, ya no existe y que lo que estaba latente, ya no latirá más. Es desprendernos de lo que algún día consideramos nuestro, “Falsa idea”, porque realmente nadie es nuestro, como tampoco somos dueños de nadie.
Teniendo en cuenta lo anterior, para cerrar ciclos de manera adecuada debemos soltar sin expectativas, reconociendo que no controlamos los vaivenes de la vida y que todo lo que nos llega un día, tiene fecha de caducidad en nuestro destino.
Despedirnos, es soltar, sin hacer ni hacernos preguntas, despedirnos es agradecer lo vivido, despedirnos es valorar lo compartido, despedirnos es reconocer lo aprendido, finalmente, y sin más preámbulos, despedirnos es decir adiós, a veces, sin decirlo, porque lo soñado y lo vivido, siempre dejará huella en nuestra historia.
Cuando es inevitable decir adiós, debemos dejar a un lado los juicios, no es conveniente aferrarnos al dolor, si bien es necesario abrazarlo para resignificarlo a través del amor, no podemos convertirlo en nuestro compañero eterno, ya que nos estaríamos castigando sin merecerlo.
Si han quedado temas pendientes por resolver, palabras no dichas en su momento o abrazos aplazados en el tiempo, probablemente surgirán algunas culpas por lo que a nuestro parecer omitimos, y quizás también ciertos resentimientos por no haber recibido lo que esperábamos, sin embargo, el tiempo se encargará de ir cerrando esas heridas y de ir ajustando lo que no esté en equilibrio.
Con el paso del tiempo descifraremos los motivos que provocaron este desenlace, en ese preciso instante, resurgirá en nuestra alma el reconocimiento y la valoración por cada una de las experiencias compartidas, porque, aunque algunas de ellas hayan sido dolorosas, nos permitieron crecer, aprender y evolucionar.
Una vez conscientes de lo sucedido, aceptando los acontecimientos y tomándonos un espacio prudente para sanar, será el momento de soltar, de avanzar y de fluir con la vida; no obstante, ahora actuaremos con mayor temple y entereza, porque estas vivencias, nos encaminaron con sabiduría a la longanimidad, es decir, a la resiliencia sostenida en el tiempo.
Posteriormente, llegará el auténtico perdón para los demás y para nosotros mismos, tendremos la posibilidad de conciliar con nuestro pasado, dejando atrás la victimización para regocijarnos en la paz, la serenidad y la libertad.
Una vez hayamos atravesado el umbral de la despedida, tendremos la facultad de poner en una balanza lo vivido y siempre pesará más el aprendizaje que la tristeza, porque entenderemos que ese sentimiento que un día inundo nuestros ojos de llanto tenía nombre y apellido y ese era, Maestro de Vida.
Cree en el poder sanador de tu alma
Cree en las enseñanzas de tus Maestros de luz
Crea espacios para soltar, avanzar y fluir con la vida.
Cree para crear.
Adriana Rubio Llano.